Se presentó en Buenos Aires El Estado de la Ciencia 2017

Con el propósito de discutir los puntos centrales del informe, el Observatorio Iberoamericano de la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad (OCTS-OEI) y la Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología (RICYT) presentaron el 5 de diciembre la última edición de El Estado de la Ciencia, publicación que recopila los principales indicadores de la región, junto con diversos trabajos de análisis realizados a partir de la información estadística disponible.

El evento se dio en el marco del vigésimo segundo aniversario de RICYT y tuvo lugar en el auditorio del Centro de Altos Estudios Universitarios (CAEU-OEI), en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Una hora antes de la presentación se realizó una reunión con periodistas locales para poner en contexto los datos recabados en el informe.

Las palabras de apertura estuvieron a cargo de Andrés Delich, director de la Oficina en Buenos Aires de OEI, y Mario Albornoz, coordinador del OCTS. A continuación, Rodolfo Barrere, coordinador de RICYT, entregó un panorama del estado actual de la ciencia latinoamericana a través de los indicadores compilados en la publicación.

 

La situación iberoamericana

A pesar de que la inversión en investigación y desarrollo (I+D) se duplicó en América Latina entre 2006 y 2015, la crisis mundial de 2008-2009 resulta un punto de quiebre en el crecimiento. Mientras que el promedio de crecimiento interanual entre 2006 y 2010 fue del 13%, el de 2010-2015 ha sido de 6%. Además, sólo tres países (Brasil, 47,50%; México, 19,67%; y Argentina, 17,22%) acaparan el 88% de la inversión latinoamericana en I+D en 2015.

De acuerdo con la información disponible, los gobiernos de los distintos países son los principales financiadores de la I+D, dato que distingue a la región de los países desarrollados, donde el principal financiador es el sector empresarial. En algunos casos el esfuerzo estatal ya puede considerarse significativo: en Argentina el gobierno invierte en I+D el 0,48% del PBI, un valor equivalente al de España, Italia y Japón. Alcanzar metas de crecimiento como el 1% del PBI requerirá de una necesaria dinamización del sector empresarial.

La región creció en su contribución a la corriente principal de la ciencia, aunque el aumento de publicaciones académicas en el Science Citation Index (SCI), una de las principales bases de datos de revistas indexadas, es desigual: países como Colombia (313%), Chile (146%) y Brasil (124%) crecen a un ritmo mucho mayor que otros como México (75%) y Argentina (69%).

La apropiación del conocimiento a través de patentes transita un camino todavía incipiente en América Latina y también presenta rasgos disímiles según el país. Por ejemplo, en Chile el crecimiento ha sido del 394%; en Colombia, del 193%; en México, del 52%; y en Brasil, del 45%. El bajo rendimiento argentino, con una tasa de -40%, es llamativo en el marco de su desempeño en los demás indicadores.

La exposición de Barrere contó con la participación de Miguel Ángel Blesa, presidente de la Asociación Argentina para el Avance de la Ciencia (AAPC), quien destacó que todos los países de la región muestran tendencias positivas en cuanto al crecimiento de sus sistemas de ciencia y tecnología, más allá de los cambios políticos registrados en cada gobierno en los últimos años.

Las universidades y la I+D

A continuación, Albornoz presentó uno de los enfoques temáticos del libro: “Las universidades lideran la I+D en América Latina”. El coordinador del OCTS subrayó que casi el 75% de los investigadores latinoamericanos se desempeña en universidades y que la participación regional en las bases de datos que recogen la corriente principal de la ciencia viene creciendo año tras año. En Scopus, por ejemplo, la incidencia de América Latina pasó de 3,83% en 2010 a 4,45% en 2015.

Se remarcó el crecimiento de Colombia en materia de publicaciones académicas: entre 2010 y 2015 casi se duplicó (99%) la cantidad de autores de esa nacionalidad. Le sigue Chile con un aumento del 48%. Brasil, México y Argentina -con valores absolutos más altos- tuvieron un porcentaje de crecimiento de aproximadamente el 40%.

El trabajo publicado en El Estado de la Ciencia 2017 desglosa, además, cuáles son las veinte universidades latinoamericanas con más publicaciones en Scopus. De ellas diez son brasileras, tres argentinas, tres chilenas, dos mexicanas y dos colombianas. Las primeras cinco son las siguientes: la Universidad de San Pablo (67.734 publicaciones), la Universidad Nacional Autónoma de México – UNAM (25.686), Universidad Estatal de Campinas (18.393), el Instituto Nacional Politécnico de México (17.358) y la Universidad Federal de Río de Janeiro (16.570). La primera universidad argentina ubicada en el ranking es la Universidad de Buenos Aires, en el octavo lugar, con 15.076 publicaciones; la primera chilena es la Universidad de Chile, en la décima posición, con 12.163; y la primera colombiana es la Universidad Nacional de Colombia, en el décimo sexto lugar, con 7525.

La presentación de Albornoz recibió comentarios de Catalina Nosiglia, secretaria de asuntos académicos de la UBA, quien enfatizó la importancia de la información para la toma de decisiones y la gestión en las universidades y argumentó a favor de que la construcción de sistemas de información se convierta en una prioridad para las instituciones latinoamericanas.

La última mesa, titulada “Análisis de la producción científica Iberoamericana a través de Intelligo”, fue conducida por Lautaro Matas, responsable del desarrollo de la plataforma que ofrece una forma dinámica y veloz de acceder a grandes colecciones de información textual para analizar el contenido de los documentos científicos y tecnológicos de la región. Intelligo cuenta hoy con más de 2.7 millones de registros y cosecha materiales de repositorios institucionales (fundamentalmente artículos científicos y tesis) y bases de datos de patentes. También resulta de suma utilidad como herramienta complementaria para distintos usuarios del ámbito de la vigilancia tecnológica, definida como un proceso organizado de captación de información sobre ciencia y tecnología para generar conocimiento y tomar decisiones con menor riesgo y mayor poder de anticipación.

Sobre este último punto, Martín Villanueva -director nacional de estudios del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la República Argentina (MINCYT)- ponderó la capacidad de los estudios de vigilancia tecnológica como herramienta de apoyo a la innovación en las empresas.

El cierre del encuentro estuvo a cargo de Eduardo Charreau, presidente de la Fundación IBYME, y Jorge Robbio, subsecretario de estudios y prospectiva del MINCYT. El primero elogió el trabajo de RICYT a lo largo de sus 22 años de historia y dio ejemplos del uso que dio a los indicadores comparativos durante su gestión al frente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET), mientras que el segundo resaltó los beneficios del trabajo en conjunto que lleva adelante la Red con los organismos nacionales de ciencia y tecnología, así como de la disponibilidad de información actualizada y pertinente sobre la situación de las mismas áreas en otros países.

Con anterioridad al evento, Albornoz y Barrere recibieron a periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para comunicarles los datos más salientes de la nueva edición de El Estado de la Ciencia. Todos los invitados a la presentación recibieron ejemplares en papel del informe.

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